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Las actividades de pesca ilegal, no declarada o no reglamentada afectan gravemente a la gestión sostenible de la pesca.

Todos somos conscientes de la precaria situación de nuestros mares y océanos como consecuencia del aumento de la contaminación, los residuos plásticos y la sobrepesca.  La importancia de garantizar que las capturas se mantengan dentro de niveles sostenibles se comprende fácilmente si pensamos que el total mundial de capturas de peces declaradas se ha mantenido estable desde finales de los años ochenta, pero se espera que la población mundial alcance los 10.000 millones de personas en 2050.

La lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) es una prioridad absoluta.

Pesca no declarada

El informe de la ONU sobre biodiversidad, publicado en mayo de este año, indica que en 2015, el 33 % de las poblaciones de peces marinos se capturaban a una escala no sostenible. El 60 % se pescaba de forma sostenible y solo el 7 % se capturaba a niveles inferiores a los que se pueden capturar de forma sostenible. El mismo informe estima que en 2011, el 33 % de las capturas de peces declaradas a escala mundial eran ilegales, no declaradas o no reglamentadas.

En este contexto, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada constituye un grave problema para los Estados ribereños de todo el planeta, pero especialmente para los países en vías de desarrollo, que tienen dificultades para conseguir los recursos necesarios para realizar un seguimiento, un control y una vigilancia eficaces.

Aunque gran parte de la lucha contra la pesca INDNR se ha centrado hasta la fecha en la pesca ilegal, la concentración de los recursos en el «elemento no declarado» también dará resultados significativos. Algunas veces, la pesca no declarada puede ser el resultado de un simple error técnico en el buque.  Otras veces, puede derivarse de un descuido del capitán, que ya es responsable de muchas cosas además de registrar las capturas. Y en algunos casos específicos es el resultado de una estrategia planificada, en la que se declaran unas capturas sí y otras no, para reducir los impuestos o esquivar las restricciones de pesca.

Distorsión del mercado

Independientemente del motivo, una captura no declarada distorsiona la realidad y entorpece su comprensión, impidiendo establecer un plan de gestión sostenible de la pesca. También crea condiciones de mercado injustas para aquellos pescadores que cumplen los requisitos reglamentarios.  Es probable que la captura no declarada se venda junto con la captura legítima, distorsionando el mercado y reduciendo los precios.

Pero el mayor de los problemas, y también el que recibe menos atención, es el de la pesca no reglamentada. Se trata de países o zonas que no cuentan con reglamentación en materia pesquera, donde no se controla cuándo y dónde se pesca, qué equipos de pesca se utilizan y qué volúmenes se pueden capturar.

La única manera de abordar esta cuestión es mediante una estrecha cooperación, educación y concientización, el apoyo técnico a los gobiernos (como el asesoramiento en materia de gestión pesquera) y, en algunos casos, el apoyo financiero. La presión política también es importante, pero no debería tener prioridad, dado que convencer a la gente de la necesidad de cambiar siempre consigue mejores resultados que la imposición de dicho cambio.

Avances tecnológicos

En primer lugar, a pesar de los desafíos, los avances tecnológicos de los últimos diez o veinte años nos permiten realizar un seguimiento de las actividades pesqueras a escala planetaria, independientemente de su ubicación. Diez o quince años atrás, los sistemas de seguimiento de buques (VMS) no estaban muy extendidos y su costo era prohibitivo.  Las comunicaciones entre la costa y el mar han mejorado muchísimo y, gracias a la inversión pública, es mucho más fácil disponer de una mejor conectividad.

La tecnología permite ahora saber dónde está un buque y qué está haciendo, y las declaraciones electrónicas permiten registrar las capturas en tiempo real. El antiguo sistema de declaración se basaba en el papel. Luego, las autoridades tenían que compilar estas declaraciones y los análisis resultantes podían tardar meses en estar listos. Ahora, cuando se utilizan sistemas electrónicos, la declaración se hace de manera instantánea, con lo que el regulador es capaz de reaccionar mejor y más rápidamente en función del estado de una población específica de peces, imponiendo o levantando restricciones en cuestión de horas.

Esto ya se ha visto en el caso del atún rojo en el Mediterráneo, donde gracias a un seguimiento y análisis detallados de una población de peces en crisis y una gestión muy cuidadosa desde el sector atunero, se ha logrado recuperar la especie y conseguir incluso que se incremente su población. Como resultado, en algunos lugares las poblaciones han recuperado sus niveles de hace diez o quince años.

Cambio de mentalidad

En segundo lugar, se ha producido un importante cambio de mentalidad.  Los clientes son más críticos y exigen transparencia en la cadena de suministro, algo que no sucedía antes.  Aunque el público en general no sea consciente de los principios en los que se basa la gestión sostenible de la pesca, prácticamente cualquier persona del mundo desarrollado sabe que los océanos están amenazados desde el punto de vista ambiental y que, en consecuencia, se requiere una mayor atención en todos los eslabones de la cadena de suministro.  Esta mayor concientización favorece que los pescadores, las empresas y las instituciones políticas creen programas innovadores para luchar contra el problema de la pesca INDNR.

La Unión Europea es el primer mercado de importación de pescado del mundo. Esto otorga a Europa un enorme poder de influencia sobre los países miembros y también sobre los que no lo son. En el marco del sistema de tarjetas de advertencia de la Comisión Europea, un país que no disponga de las medidas adecuadas para evitar la pesca INDNR puede recibir una tarjeta amarilla como recordatorio de que debe mejorar en ese aspecto. Si no lo hace, pueden llegar a prohibirse las importaciones de ese país al mercado de la UE (tarjeta roja).

Este sistema se introdujo en 2010 y está dando claros resultados entre los países que quieren acceder al lucrativo mercado europeo.

Gestión sostenible

Las actividades de pesca ilegal, no declarada o no reglamentada afectan gravemente a la gestión sostenible de la pesca. Si la ONU pretende alcanzar su objetivo de desarrollo sostenible número 14, a saber,  «conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible», entonces tenemos que hacer extensiva la reglamentación pesquera a los países que actualmente no están regulados.

Hecho esto, podremos aplicar tecnología avanzada para supervisar la gestión sostenible de la industria pesquera, un paso vital para alcanzar este objetivo.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la revista The Ecologist.